Pavesas del amor

'El incendio', de Juan Schnitman

Juan Schnitman fue uno de los cuatro directores de ese proyecto colectivo que fue El amor (Primera parte), una suerte de radiografía de una –o todas, si entendemos que efectivamente hay patrones que se repiten y extienden- relación amorosa. Pero si en esa muy buena película había cierta descontractura en el relato, acá, también inmiscuidos en el interior del micromundo de una pareja, todo es nervio: vuelve sobre los puntos centrales de las relaciones amorosas pero de manera concentrada, recrudecida.

Porque las cosas suceden en un (mal) día: Lucía –Pilar Gamboa, extraordinaria- y Marcelo son una pareja de treintañeros por mudarse de departamento. Hay un desorden inmanente al desalojo y se percibe un aire extraño en su cama. Ella está mirando al techo antes de que suene la alarma despertador y ambos vivan las horas más ajetreadas de sus vidas: deben realizar la transacción monetaria de su próximo hogar y, superada la abrumadora rutina de retirar el dinero del banco, portan consigo miles de dólares en el trayecto hacia la inmobiliaria. Pero algo no sale como estaba previsto y la operación se posterga un día más.
Esa falla descoloca a los personajes, profundiza las hendiduras de la pareja y desata el incendio. La interminable situación de mudanza, siempre estresante, aviva un infierno preexistente: violencia, recelos, explosión.
La película es dueña de una fuerza dramática notable: con el discurrir de los minutos la asfixia y la tensión se trasladan al espectador. Porque no hay muchas elipsis, grandes saltos temporales, o algún otro recurso narrativo que atenúe el peso de la acción de los protagonistas y, en consecuencia, la potencia del relato. Schnitman concentra la acción en ese puñado de horas que van modificándolos drásticamente y construye, con gran rigurosidad en la puesta en escena, valiéndose sobre todo de largos planos cerrados, un relato incómodo, intenso, angustiante y próximo sobre el (des)amor.
Acá no hay buenos ni malos, sólo dos amantes varados que se desconocen en el momento menos oportuno: cuando está por culminar la concreción de un aplazado proyecto en común que podría quedar trunco - el amor no entiende en términos de largo plazo-. El incendio es el crepúsculo de la pareja o su reflejo demasiado fiel.